Hola, con un poco de retraso, porque estuvimos de vacaciones 🙂 os dejamos aquí los relatos seleccionados de esta 59 edición del concurso de relatos breves.
Si os apetece elegir al ganador… podéis pasaros por Gálgala a dejar vuestro voto.
YO
“Me llamo Matilde Abrisqueta, y mi muñeca también. Tengo 7 años, y ella 28 o 29. Más o menos. Era de mi madre. Según me ha contado muchas (muchas) veces, el día en que empezó las clases en el Colegio Cervantes, tuvo como compañero de pupitre a Eduardo Abrisqueta. El chico más guapo del curso, decía. Al instante decidió que se casaría algún día con él, y que llamarían Matilde a su primera hija. Cuando llegó a casa rebautizó a su muñeca favorita con el que ahora es mi nombre, y solo se separó del juguete cuando mi padre, que empezaba a cortejarla, le dijo que estaba ya mayorcita para según que juegos. Nadie volvió a verla con ella hasta mi tercer cumpleaños. “Este es tu regalo cariño, eras tú antes de ti”, me dijo. Pero nunca me gustó. Mamá le hacía más caso a ella que a mí, por eso la escondí. Sé que la echa de menos, pero Matilde Abrisqueta, de verdad, solo hay una. Y soy yo.”
RECARGANDO PILAS
Me llamo Matilde Abrisqueta, y mi muñeca también.
“¡Te queremos Matilde!” –Dijeron todas en coro-
Somos inseparables. –Prosiguió- Donde va ella, voy yo también. ¿O será al revés? A veces me hago un lío. No estoy segura si mis pensamientos y palabras nacen de mí, o son de ella,… de Mati, quiero decir, de mi muñeca. Yo la llamo así para no confundirme. Ella piensa algo, o lo susurra, y después soy yo la que lo dice en voz alto.
–Todas las muñecas asintieron otra vez, moviendo sus cabecitas de resina-
No quería venir, pero “Mati” me convenció. Es muy persuasiva. “Matilde,-me dijo con su vocecita metálica-, ¡Así no puedes seguir! Tienes que ser tu misma y dejarme espacio. ¡Me asfixias! ¿Por qué no vas a terapia y recargas un poco las pilas?”.
Bueno, eso fue la semana pasada y creo que ella tenía razón porque… ¡Estoy agotada! ¿Vosotras qué me aconsejáis? ¿Alcalinas o Duracell Plus?
GEMELAS
Me llamo Matilde Abrisqueta, y mi muñeca también, para qué inventar nombres tipo Yeni o Linda como hacía antes cuando era niña, si ella es más Yo que yo misma.
Sus ojos vacíos e inmóviles, ni rastro de mis ojos llenos de vida, de pasión, ojos que decías que hacían olvidar.
Su sonrisa rígida y agarrotada, ya no hay risas enloquecidas y contagiosas en las madrugadas.
Su cuerpo entumecido e inerte, nada quedaba de mi rubor y tu calor, nuestros cuerpos electrizantes e indivisibles.
Sólo nos distingue el miedo, miedo a encontrarte sin querer, miedo a no verte nunca más…
Vuelve y déjame respirar.
Vuelve y déjame cobrar vida.